La uveítis es una inflamación que, según la zona afectada, se clasifica en uveítis anterior, intermedia o posterior. Puede causar dolor, enrojecimiento, sensibilidad a la luz, visión borrosa, manchas flotantes o pérdida de visión. Si no se trata adecuadamente, puede provocar complicaciones graves y permanentes, como cataratas, glaucoma, desprendimiento de retina o daño macular.
La uveítis puede tener diversas causas, como infecciones, traumatismos, enfermedades autoinmunes o inflamatorias, o tumores. En muchos casos, no se identifica una causa específica. El tratamiento de la uveítis depende de su tipo, su gravedad y su origen.
Tratamiento de la uveítis anterior
La uveítis anterior es la más frecuente y la que suele tener un mejor pronóstico. Afecta al iris y al cuerpo ciliar, que se encuentran en la parte delantera del ojo. Los síntomas suelen aparecer de forma repentina y empeorar rápidamente. El tratamiento de la uveítis anterior se basa en:
Gotas para los ojos con corticoides.
Los corticoides son medicamentos antiinflamatorios que ayudan a reducir la hinchazón y el dolor. Se aplican directamente en el ojo varias veces al día durante unas semanas. Los corticoides pueden tener efectos secundarios, por lo que se debe controlar su uso y seguir las indicaciones del oftalmólogo.
Gotas para los ojos con midriáticos.
Los midriáticos son medicamentos que dilatan la pupila y relajan el músculo del iris. Esto evita que el iris se pegue al cristalino y forme adherencias que dificultan el drenaje del humor acuoso. Los midriáticos pueden causar visión borrosa y sensibilidad a la luz, por lo que se recomienda usar gafas de sol mientras se usan.
Antibióticos o antivirales.
Si la uveítis anterior es causada por una infección bacteriana o viral, se pueden recetar antibióticos o antivirales para combatir el agente infeccioso. Estos medicamentos pueden ser en forma de gotas para los ojos o por vía oral.
La mayoría de los casos de uveítis anterior se resuelven con estos tratamientos en unas semanas. Sin embargo, es posible que se produzcan recaídas o que se cronifique la inflamación.
Tratamiento de la uveítis intermedia
La uveítis intermedia afecta al vítreo y a la retina periférica, que se encuentran en la parte media del ojo. Los síntomas suelen ser más graduales y menos intensos que en la uveítis anterior. El tratamiento de la uveítis intermedia suele incluir:
Corticoides por vía oral o inyectados.
Los corticoides en gotas para los ojos no son suficientes para llegar al vítreo y a la retina, por lo que se deben administrar por vía oral o mediante inyecciones alrededor del ojo (perioculares) o dentro del ojo (intravítreas).
Inmunosupresores o biológicos.
Se pueden usar medicamentos para controlar el sistema inmunitario y evitar que ataque al propio organismo si la uveítis intermedia es crónica o recurrente, o si está relacionada con una enfermedad autoinmune o inflamatoria.
Para evitar efectos adversos como infecciones, reacciones alérgicas o toxicidad hepática o renal, estos medicamentos se administran por vía oral, subcutánea o intravenosa y requieren un seguimiento médico estricto.
El tratamiento de la uveítis intermedia puede prolongarse durante meses o años, y puede requerir cambios de medicación según la respuesta y la tolerancia de cada paciente.
Tratamiento de la uveítis posterior
La uveítis posterior es la más grave y la que puede causar más complicaciones visuales. Afecta a la coroides y a la retina central, que se encuentran en la parte posterior del ojo. Los síntomas suelen ser insidiosos y progresivos. El tratamiento de la uveítis posterior depende de su causa, pero suele incluir:
Corticoides por vía oral o inyectados.
Al igual que en la uveítis intermedia, los corticoides en gotas para los ojos no son efectivos para tratar la inflamación de la coroides y la retina. Por eso, se deben usar corticoides por vía oral o mediante inyecciones perioculares o intravítreas.
Inmunosupresores o biológicos.
Los medicamentos biológicos, son una opción prometedora para tratar la uveítis posterior. Estos medicamentos están diseñados para bloquear ciertas proteínas específicas del sistema inmunológico que contribuyen a la inflamación.
Antibióticos o antiparasitarios.
Si la uveítis posterior es causada por una infección bacteriana o parasitaria, se pueden recetar antibióticos o antiparasitarios para erradicar el agente infeccioso. Estos medicamentos pueden ser en forma de gotas para los ojos, por vía oral o intravenosa.
El tratamiento de la uveítis posterior puede ser complejo y prolongado, y puede necesitar ajustes según la evolución de cada paciente.
Tratamiento quirúrgico de las complicaciones de la uveítis
La uveítis puede provocar complicaciones que afecten a la visión y que requieran un tratamiento quirúrgico. Algunas de estas complicaciones son:
Cataratas.
La opacidad del cristalino dificulta la visión. Puede ser causada por la propia inflamación ocular, por el uso prolongado de corticoides o por el envejecimiento natural del cristalino. El tratamiento consiste en extraer el cristalino opaco y sustituirlo por una lente intraocular artificial.
Glaucoma.
El aumento de la presión intraocular daña el nervio óptico y reduce el campo visual. Puede ser causado por la obstrucción del drenaje del humor acuoso debido a la inflamación ocular, por el uso prolongado de corticoides o por factores genéticos. El tratamiento consiste en reducir la presión intraocular mediante medicamentos, láser o cirugía.
Desprendimiento de retina.
La separación de la retina del tejido subyacente que impide su correcto funcionamiento. Puede ser causado por tracción vítreas o por roturas retinianas debido a la inflamación ocular. El tratamiento consiste en reparar la retina mediante láser, crioterapia o cirugía.
Conclusión
La uveítis es una inflamación del ojo que puede tener diversas causas y afectar a diferentes partes de la úvea. El tratamiento de la uveítis depende de su tipo, su gravedad y su origen, y tiene como objetivo reducir la inflamación y prevenir el daño ocular.
La uveítis es una enfermedad que puede comprometer seriamente la visión si no se diagnostica y se trata a tiempo. Por eso, es importante acudir al oftalmólogo ante cualquier síntoma de inflamación ocular, como dolor, enrojecimiento, sensibilidad a la luz o visión borrosa.