- 1 ¿Qué tipos de glaucoma existen?
- 2 ¿Qué síntomas puede causar el glaucoma?
- 3 ¿Qué causa el glaucoma?
- 4 ¿Qué factores de riesgo aumentan las probabilidades de padecer glaucoma?
- 5 ¿Cómo se diagnostica el glaucoma?
- 6 ¿Cómo se trata el glaucoma?
- 7 ¿Cómo se puede prevenir el glaucoma?
- 8 Conclusión
El glaucoma es una enfermedad ocular que se produce cuando el nervio óptico, que conecta el ojo con el cerebro, se daña. Esto puede suceder por varias causas pero la más importante y la que se puede llegar a controlar es la presión ocular. El nervio óptico es el responsable de transmitir las imágenes que vemos al cerebro, por lo que uno de los síntomas del glaucoma es un deterioro puede provocar pérdida de visión e incluso ceguera si no se trata a tiempo.
El glaucoma es una de las principales causas de ceguera en el mundo, y se estima que afecta a más de 60 millones de personas. Sin embargo, muchas personas no saben que lo tienen, ya que en sus etapas iniciales suele ser asintomático o presentar síntomas muy leves.
Por eso, es importante conocer los posibles signos de alerta del glaucoma y acudir al oftalmólogo con regularidad para detectarlo y tratarlo precozmente. En este artículo te explicaremos todo lo que necesitas saber sobre los síntomas del glaucoma, sus tipos, sus causas, sus factores de riesgo y sus tratamientos.
¿Qué tipos de glaucoma existen?
Existen diferentes tipos de glaucoma, según la causa que lo origine y la forma en que afecte al ángulo entre la córnea y el iris, que es donde se encuentra el conducto por el que sale el humor acuoso, el líquido que llena el interior del ojo y le da forma.
Los tipos más comunes de glaucoma son:
Glaucoma de ángulo abierto
Es el tipo más frecuente, y se produce cuando el conducto de salida del humor acuoso se obstruye parcialmente por un motivo desconocido, lo que provoca un aumento gradual de la presión intraocular. Este tipo de glaucoma suele ser crónico y progresivo, y no suele causar síntomas hasta que la visión se ve afectada de forma irreversible. Por eso, se le conoce como el “ladrón silencioso de la visión”.
Glaucoma de ángulo cerrado
Es menos común, pero más grave, y se produce cuando el ángulo entre la córnea y el iris se cierra bruscamente, impidiendo la salida del humor acuoso y provocando un aumento repentino y severo de la presión intraocular. Este tipo de glaucoma suele ser agudo y causar síntomas muy intensos, como dolor ocular, enrojecimiento, visión borrosa, halos alrededor de las luces y náuseas. Se trata de una emergencia médica que requiere atención inmediata para evitar daños permanentes en el nervio óptico.
Glaucoma congénito
Es un tipo raro de glaucoma que afecta a los bebés desde su nacimiento o durante los primeros años de vida. Se debe a un defecto en el desarrollo del sistema de drenaje del humor acuoso, lo que provoca un aumento de la presión intraocular desde edades tempranas. Los síntomas más habituales son lagrimeo, sensibilidad a la luz, aumento del tamaño del ojo y opacidad de la córnea. Las causas de este defecto pueden ser genéticas o ambientales, pero en muchos casos se desconocen
Glaucoma secundario
Es un tipo de glaucoma que se produce como consecuencia de otra enfermedad ocular o sistémica, o por el uso de ciertos medicamentos. Algunas de las causas más frecuentes son la inflamación ocular (uveítis), el traumatismo ocular, la diabetes, la catarata avanzada, el uso prolongado de corticoides o la cirugía ocular previa.
¿Qué síntomas puede causar el glaucoma?
Los síntomas del glaucoma pueden variar según el tipo, la gravedad y la evolución de la enfermedad. En general, podemos distinguir entre:
Síntomas del glaucoma de ángulo abierto
Como hemos mencionado, este tipo de glaucoma suele ser asintomático en sus fases iniciales, por lo que muchas personas no se dan cuenta de que lo padecen hasta que la pérdida de visión es evidente.
El primer signo suele ser la reducción del campo visual periférico, es decir, la capacidad de ver lo que está a los lados sin mover la cabeza. A medida que el glaucoma avanza, el campo visual se va estrechando, como si se viera a través de un túnel, hasta que solo se conserva la visión central. En los casos más avanzados, también puede afectar la visión central y provocar ceguera total.
Síntomas del glaucoma de ángulo cerrado
Este tipo de glaucoma suele causar síntomas muy intensos y repentinos, que pueden aparecer y desaparecer en episodios o crisis. Los síntomas más característicos son:
- Dolor ocular severo, que puede irradiarse a la cabeza, la frente o el oído.
- Enrojecimiento del ojo afectado, que pueden ser sintomas de nervio optico inflamado.
- Visión borrosa o nublada, con dificultad para enfocar los objetos.
- Halos o arcos de colores alrededor de las fuentes de luz, como las lámparas o los faros de los coches.
- Náuseas y vómitos, debido al dolor y al aumento de la presión intraocular.
- Pupilas dilatadas y poco reactivas a la luz.
Síntomas del glaucoma congénito
Los síntomas del glaucoma de este tipo suele manifestarse en los primeros meses de vida del bebé, y puede afectar a uno o ambos ojos. Los síntomas más comunes son:
- Lagrimeo excesivo, que puede acompañarse de secreción mucosa o pus.
- Sensibilidad a la luz (fotofobia), que hace que el bebé cierre los ojos o los desvíe hacia abajo cuando está expuesto a una iluminación fuerte.
- Aumento del tamaño del ojo (buftalmos), debido al exceso de líquido en su interior.
- Opacidad de la córnea (megalocórnea), que le da al ojo un aspecto blanquecino o azulado.
- Pérdida de visión progresiva, que puede dificultar el desarrollo psicomotor del niño.
Síntomas del glaucoma secundario
Los síntomas del glaucoma de este tipo dependen de la causa que lo origine y del grado de afectación del nervio óptico. En algunos casos, pueden ser similares a los del glaucoma de ángulo abierto o cerrado, mientras que en otros pueden ser más específicos, como por ejemplo:
- Visión distorsionada o con manchas oscuras (escotomas), en el caso de que el glaucoma se deba a una inflamación ocular (uveítis).
- Visión doble (diplopía), en el caso de que el glaucoma se deba a un traumatismo ocular que afecte a los músculos que mueven el ojo.
- Visión opaca o con halos, en el caso de que el glaucoma se deba a una catarata avanzada que impida el paso de la luz al interior del ojo.
¿Qué causa el glaucoma?
La causa exacta del glaucoma no se conoce con certeza, pero se sabe que está relacionada con el aumento de la presión intraocular, que es la fuerza con la que el humor acuoso presiona las paredes del ojo. El humor acuoso es un líquido transparente que se produce constantemente en la parte posterior del ojo y circula hacia la parte anterior a través de la pupila.
Su función es nutrir y oxigenar las estructuras internas del ojo, así como mantener su forma y su tensión. El humor acuoso sale del ojo por un conducto llamado trabéculo, situado en el ángulo formado por la córnea y el iris. Cuando este conducto se obstruye total o parcialmente, el humor acuoso no puede drenar adecuadamente y se acumula en el interior del ojo, aumentando la presión intraocular.
Esta presión elevada comprime el nervio óptico y las fibras nerviosas que lo componen, lo que provoca su daño progresivo e irreversible.
¿Qué factores de riesgo aumentan las probabilidades de padecer glaucoma?
Existen algunos factores que pueden aumentar las probabilidades de padecer glaucoma o de que este sea más severo o progrese más rápidamente. Algunos de estos factores son:
- Edad: El riesgo de glaucoma aumenta con la edad, especialmente a partir de los 60 años. Esto se debe a que el sistema de drenaje del humor acuoso se va deteriorando con el paso del tiempo y a que el nervio óptico se vuelve más vulnerable al daño.
- Antecedentes familiares: El glaucoma tiene un componente genético, por lo que las personas que tienen familiares directos con glaucoma tienen más probabilidades de desarrollarlo. Esto es especialmente cierto en el caso del glaucoma de ángulo abierto y del glaucoma congénito.
- Raza: El glaucoma afecta más a algunas razas que a otras, debido a diferencias genéticas o anatómicas. Por ejemplo, el glaucoma de ángulo abierto es más frecuente en las personas de ascendencia africana o afro caribeña, mientras que el glaucoma de ángulo cerrado es más frecuente en las personas de ascendencia asiática o inuit.
- Miopía: Las personas con miopía suelen tener los ojos más grandes y alargados, y tienen mayor predisposición a presentar glaucoma de ángulo abierto a diferencia de la hipermetropía, que por sus condiciones anatómicas, son ojos más pequeños con riesgo de presentar glaucoma de ángulo cerrado y esto generar una emergencia médica.
- Hipertensión arterial: Si bien no hay estudios que avalen que el glaucoma está en relación directa con la hipertensión arterial, actualmente se ha visto que la hipotension arterial estaría más asociada al riesgo de presentar glaucoma.
- Diabetes: Esta alteración puede afectar a los vasos sanguíneos que irrigan el ojo y provocar una disminución del flujo sanguíneo hacia el nervio óptico, lo que puede favorecer el daño nervioso y el glaucoma.
- Uso de corticoides: Son unos medicamentos antiinflamatorios que se usan para tratar diversas enfermedades, como el asma, la artritis o las alergias. Sin embargo, su uso prolongado o en dosis altas puede provocar un aumento de la presión intraocular y causar un glaucoma secundario.
¿Cómo se diagnostica el glaucoma?
El diagnóstico del glaucoma se basa en la realización de una serie de pruebas oftalmológicas que permiten evaluar la presión intraocular, el estado del nervio óptico, el campo visual y el ángulo entre la córnea y el iris. Estas pruebas son:
Tonometría
Es la prueba que mide la presión intraocular, mediante un instrumento que aplica una pequeña fuerza sobre la córnea y registra la resistencia que ofrece. Se suele realizar con anestesia local en forma de gotas y es indolora. Los valores normales de presión intraocular suelen estar entre 10 y 21 mmHg, aunque pueden variar según la edad, la hora del día o el grosor de la córnea.
Oftalmoscopia
Es la prueba que permite observar el fondo del ojo, donde se encuentra el nervio óptico y la retina. Se realiza con un instrumento llamado oftalmoscopio, que emite una luz que se dirige al ojo a través de una lente. Para facilitar la visión del fondo del ojo, se suele dilatar la pupila con unas gotas. Esta prueba permite detectar si hay algún daño en el nervio óptico, como por ejemplo un aumento del tamaño de la excavación
Gonioscopia
Es la prueba que permite examinar el ángulo entre la córnea y el iris, donde se encuentra el conducto de salida del humor acuoso. Se realiza con un instrumento llamado gonioscopio, que consiste en una lente de contacto con un espejo que se coloca sobre el ojo previamente anestesiado con unas gotas. El gonioscopio refleja la imagen del ángulo, que se observa con una lámpara de hendidura (un microscopio con una fuente de luz)
Retinografía estereoscópica digital
Es una cámara del fondo de ojos. Proporciona imágenes de alta calidad en solo unos segundos con un diseño ergonómico para que el paciente esté cómodo, dando una imagen detallada y clara del nervio óptico. Este estudio permite documentar el nervio óptico sacando una foto sin necesidad de dilatar la pupila. Ayuda para comparar distintas imágenes tomadas en diferentes tiempos y detectar posible progresión de daño causado por el glaucoma.
Tomografía de Coherencia óptica (OCT)
Es un método complementario que permite detectar un diagnóstico de manera más oportuna. Para ver daño en el campo visual, se debe haber perdido por lo menos el 30% de las fibras nerviosas. Es por esto que estudios estructurales como el OCT nos ayuda a detectar de manera temprana la enfermedad. Es un método no invasivo que obtiene imágenes de alta resolución.
Campimetría
Es la prueba que mide el campo visual, es decir, la capacidad de ver lo que está a los lados sin mover la cabeza. Se realiza con un instrumento llamado campímetro, que consiste en una pantalla semiesférica donde se proyectan puntos luminosos de diferentes tamaños e intensidades. El paciente debe mirar fijamente al centro de la pantalla y pulsar un botón cada vez que vea un punto.
¿Cómo se trata el glaucoma?
El tratamiento del glaucoma tiene como objetivo reducir la presión intraocular y frenar o retrasar el daño en el nervio óptico y la pérdida de visión. Sin embargo, no puede revertir el daño ya existente ni recuperar la visión perdida, por lo que es fundamental detectarlo y tratarlo lo antes posible.
El tratamiento del glaucoma puede ser médico, quirúrgico o combinado, según el tipo, la gravedad y la evolución de la enfermedad. En general, se suele empezar por el tratamiento médico y se reserva el quirúrgico para los casos en los que el primero no es suficiente o no es tolerado.
Tratamiento médico
Consiste en la administración de medicamentos que reducen la presión intraocular, ya sea disminuyendo la producción de humor acuoso o aumentando su salida. Estos medicamentos pueden ser en forma de colirios, pastillas o inyecciones.
Los colirios son los más usados, ya que actúan directamente sobre el ojo y tienen menos efectos secundarios sistémicos. Sin embargo, requieren una correcta aplicación y una buena adherencia al tratamiento, ya que suelen ser de uso crónico y diario.
Los tipos más comunes de colirios para el glaucoma son:
Betabloqueantes
Algunos ejemplos son el Timolol, el Betaxolol o el Betagan, este último en particular su función principal es reducir la presión intraocular al disminuir la producción de humor acuoso. Pueden tener efectos secundarios como irritación ocular, sequedad ocular, alergia, bradicardia (disminución de la frecuencia cardíaca), hipotensión (disminución de la presión arterial), broncoespasmo (contracción de los bronquios) o depresión. Están contraindicados en personas con asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), insuficiencia cardíaca o bloqueo cardíaco.
Análogos de las prostaglandinas
Aumentan la salida de humor acuoso a través de una vía alternativa llamada vía uveoescleral. Algunos ejemplos son la latanoprost, la bimatoprost o la travoprost. Pueden tener efectos secundarios como enrojecimiento ocular, alargamiento y oscurecimiento de las pestañas, cambio de color del iris (más oscuro) o edema macular (acumulación de líquido en la mácula, la zona central de la retina). Están contraindicados en personas con inflamación ocular, herpes ocular o edema macular.
Inhibidores de la anhidrasa carbónica
La utilización de medicamentos que disminuyen la producción de humor acuoso puede resultar en efectos secundarios no deseados. Algunos ejemplos de estos fármacos son la dorzolamida, la brinzolamida o la acetazolamida, esta última conocida por sus posibles efectos secundarios, los cuales pueden incluir irritación ocular, sequedad ocular, alergia, alteraciones del gusto, cansancio, dolor de cabeza, náuseas o incluso la formación de cálculos renales.
Es importante destacar que el uso de estos medicamentos está contraindicado en personas con alergia a sulfamidas, insuficiencia renal o hepática, o acidosis metabólica (exceso de ácido en la sangre).”
Agonistas alfa-adrenérgicos
Reducen la producción de humor acuoso y aumentan su drenaje. Ejemplos de estos medicamentos son la apraclonidina y la brimonidina, aunque es importante destacar que la brimonidina puede tener efectos secundarios específicos. Estos efectos secundarios pueden incluir irritación ocular, sequedad ocular, alergia, somnolencia, hipotensión y, en casos particulares, depresión.
Sin embargo, es vital mencionar que estos medicamentos están contraindicados en personas que padecen depresión, enfermedad vascular periférica (estrechamiento de las arterias que irrigan las extremidades) o que están utilizando inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO).
Tratamiento quirúrgico
Consiste en realizar una intervención quirúrgica que mejore el drenaje del humor acuoso y disminuya la presión intraocular. Existen diferentes técnicas quirúrgicas, según el tipo y la gravedad del glaucoma.
Algunas de las más usadas son:
Trabeculoplastia
Es una técnica que se realiza con láser y que consiste en aplicar una serie de disparos sobre el tejido trabecular para aumentar su permeabilidad y facilitar el paso del humor acuoso. Es una técnica poco invasiva, que se realiza con anestesia local en forma de gotas y que no requiere hospitalización.
Iridotomía
Es una técnica que se realiza con láser y que consiste en hacer un pequeño agujero en el iris para crear una vía alternativa de salida del humor acuoso y evitar el cierre del ángulo. Es una técnica poco invasiva, que se realiza con anestesia local en forma de gotas y que no requiere hospitalización.
Trabeculectomía
Es una técnica que se realiza con bisturí y que consiste en hacer una pequeña incisión en la esclera (la capa blanca del ojo) para crear una fístula o comunicación entre el interior y el exterior del ojo, por donde sale el humor acuoso hacia el espacio subconjuntival (debajo de la conjuntiva, la membrana transparente que recubre el ojo).
Implante de válvula
Es una técnica que se realiza con bisturí y que consiste en colocar un dispositivo artificial en el ojo que regula el flujo de salida del humor acuoso hacia el espacio subconjuntival. Es una técnica más invasiva, que se realiza con anestesia local o general y que requiere hospitalización.
Dispositivos mínimamente invasivos (MIGS)
Esta forma de tratamiento es la más novedosa y menos invasiva, por lo tanto, con menos riesgo de complicaciones. Dependiendo de la zona de drenaje se clasifican en supracoroideos, comunicando la cámara anterior con dicho espacio, para un drenaje alternativo del humor acuoso y así, bajar la presión intraocular.
¿Cómo se puede prevenir el glaucoma?
El glaucoma no se puede prevenir por completo, ya que hay factores de riesgo que no se pueden modificar, como la edad, los antecedentes familiares o la raza. Sin embargo, hay algunas medidas que pueden ayudar a reducir las probabilidades de padecerlo o a detectarlo precozmente. Estas medidas son:
Realizar revisiones oftalmológicas periódicas
Es la medida más importante para prevenir el glaucoma, ya que permite medir la presión intraocular, examinar el nervio óptico y el campo visual y detectar cualquier signo de alerta. Se recomienda realizar revisiones oftalmológicas al menos una vez al año a partir de los 40 años, o antes si se tiene algún factor de riesgo o síntoma. En el caso de los bebés con antecedentes familiares de glaucoma congénito, se recomienda realizar una revisión oftalmológica en las primeras semanas de vida.
Controlar la presión arterial y la glucemia
Es importante mantener unos niveles adecuados de presión arterial y de azúcar en la sangre, ya que ambos pueden afectar al flujo sanguíneo hacia el nervio óptico y favorecer el daño nervioso y el glaucoma. Para ello, se recomienda seguir una dieta equilibrada, baja en sal y azúcar, hacer ejercicio físico moderado y regular, evitar el tabaco y el alcohol y tomar los medicamentos prescritos por el médico.
Proteger los ojos del sol y de las lesiones
Es conveniente usar gafas de sol con filtro ultravioleta (UV) cuando se está al aire libre, ya que la exposición prolongada al sol puede dañar la córnea y el iris y aumentar el riesgo de glaucoma. También es aconsejable usar gafas protectoras cuando se realizan actividades que puedan suponer un riesgo de traumatismo ocular, como deportes de contacto, trabajos con herramientas o sustancias químicas o uso de fuegos artificiales.
Usar los corticoides con precaución
Los corticoides son unos medicamentos muy útiles para tratar diversas enfermedades, pero su uso prolongado o en dosis altas puede provocar un aumento de la presión intraocular y causar un glaucoma secundario. Por eso, se recomienda usarlos solo bajo prescripción médica, seguir las indicaciones del médico sobre la dosis y la duración del tratamiento y realizar controles oftalmológicos periódicos si se usan durante más de un mes.
Conclusión
Podemos concluir diciendo que es una enfermedad ocular grave que puede provocar pérdida de visión e incluso ceguera si no se trata a tiempo. Por eso, es fundamental conocer los síntomas del glaucoma, sus causas y sus factores de riesgo, así como realizar revisiones oftalmológicas periódicas para detectarlo y tratarlo precozmente.
El tratamiento del glaucoma puede ser médico, quirúrgico o combinado, según el tipo, la gravedad y la evolución de la enfermedad. El objetivo del tratamiento es reducir la presión intraocular y frenar o retrasar el daño en el nervio óptico y la pérdida de visión. Sin embargo, no puede revertir el daño ya existente ni recuperar la visión perdida.
El glaucoma no se puede prevenir por completo, pero hay algunas medidas que pueden ayudar a reducir las probabilidades de padecerlo o a detectarlo precozmente. Estas medidas son realizar revisiones oftalmológicas periódicas, controlar la presión arterial y la glucemia, proteger los ojos del sol y de las lesiones y usar los corticoides con precaución.